Que nadie se lo creía;
que nadie se lo explicaba;
que a la luz del mediodía
sangre del pueblo corría,
por las calles de Granada.
José García Ladrón de Guevara, 1970
Reproducimos un texto de Gabriel Pozo Felguera aparecido en “El Independiente de Granada” (21 de julio de 2021):
LA SANGRIENTA HUELGA DE LA CONSTRUCCIÓN
Se
negociaba el convenio sectorial entre patronal y representantes sindicales;
desde finales de junio se sucedían reuniones entre las partes, que no servían
para acercar posturas.
En el interior del edificio sindical se continuaba negociando en tono tranquilo. Hasta que unos delegados salieron y propusieron interrumpir la huelga, se les abonarían las horas de la concentración como trabajadas. Incluso la policía les prestó un megáfono para informar. La idea era retomar las negociaciones al día siguiente. Pero los obreros no aceptaron el receso y decidieron seguir con la huelga e iniciar una manifestación pacífica.
El jefe de los antidisturbios les informó que no se permitiría la manifestación. Debían disolverse antes del tercer toque de corneta. Empezó el nerviosismo, los obreros se dividieron en dos grupos, uno hacia el Triunfo y otro hacia la Caleta. Sin que nadie oyese ya el tercer toque de corneta, los nerviosos antidisturbios comenzaron sus cargas. Por allí acertó a pasar un camión cargado de bovedillas; los albañiles las arrojaron al suelo y empezaron a responder a los policías. Los antidisturbios, desorganizados, se replegaron sobre la Casa Sindical, pero atrás quedaron cuatro vehículos, de los que tres fueron volcados por los manifestantes. Uno de los conductores disparó para protegerse. Se lió la de San Quintín. Con los antidisturbios rehechos, disparando y persiguiendo a los trabajadores calle Doctor Olóriz hacia arriba. Decenas de albañiles se protegieron dentro del Hospital Clínico, adonde el capellán no dejó entrar a los policías.
Cuando cesaron las carreras, los disparos y se disipó el humo, se pudo comprobar la tragedia en el campo de batalla: tres obreros fallecieron por los disparos policiales, casi un centenar más resultaron heridos por balas perdidas y tres docenas de policías sufrieron heridas por las pedradas.
Lo ocurrido en Granada fue un aldabonazo en el mundo obrero español y entre los luchadores antifranquistas. Aunque la censura intentó distorsionar los hechos, pronto se conoció la realidad de lo ocurrido. De eso se encargaron precisamente el PCE, las Comisiones Obreras y la campaña informativa que emprendieron los estudiantes de la UGR. Granada fue un símbolo que sirvió de referente a otras provincias para negociaciones de convenios colectivos y huelgas en los siguientes meses
La tensa situación continuó días más tarde, debido al empeño político de que no se celebrase una misa multitudinaria en la Catedral en memoria de los tres fallecidos (Cristóbal Ibáñez Encinas, Antonio Huertas Remigio y Manuel Sánchez Mesa habían sido enterrados casi en el anonimato en Granada, Maracena y Armilla). Pero con la intermediación de los curas obreros y ante la ausencia del Arzobispo, la misa tuvo lugar con más de 2.000 asistentes. La huelga continuaba.
El funeral en la Catedral derivó en cerco policial y encierro de los obreros. Nuevas detenciones y fichajes de los asistentes. El encierro se fue desinflando poco a poco, hasta concluir dos días después (el 24 de julio). Fue la primera vez que la Iglesia Católica apostó claramente por los trabajadores y defendió sus posturas, o al menos el diálogo para resolver los conflictos.
La huelga consiguió firmar un convenio colectivo mínimamente aceptable para la parte social. Lo peor de aquel turbio asunto fue que jamás se procesó a ningún policía como culpable de la orden de disparar ni a los agentes autores de los disparos mortales.
TRES MUERTOS NOS COSTÓ:
Carlos Cano Fernández (Granada, 1946 - 2000) compuso poco después de estos sucesos una canción (que no llegó a grabar nunca en disco) en homenaje a aquel suceso. No la pudo cantar en los programas de “Manifiesto canción del sur” en Radio Popular, pero en 1983 graba la canción “El caso Almería” y la edita en su LP “Si estuvieran abiertas todas las puertas”, utilizando la misma melodía.
En diciembre de 1975, Carlos Cano se la cantó al sindicalista sevillano Eduardo Saborido Galán (Sevilla, 1940), en un viaje que realizó a Granada, según nos cuenta en sus memorias:
Después, una vez terminada la comida, nos llevaron callejeando cuesta abajo a su casa y Carlos nos habló de una canción que había compuesto sobre la huelga de los albañiles granadinos de 1970 y de las tres muertes causadas a disparos de los policías y, como era natural, se la hicimos cantar no una, sino dos veces. Nos quedamos pasmados. ¡Qué categoría y qué fuerza tenía aquella romanza-relato! Y copié su letra.
Se me quedó grabada la música de tal manera que, pasados los años, en el 2004, cuando presentamos la edición del libro de la historia de las Comisiones de Andalucía, La Conquista de la Libertad, de Alfonso Martínez Foronda, se la canté días antes a Ángel Corpa, del grupo Jarcha y, le pedí que nos la cantara en el acto público que íbamos a celebrar. Así, ayudado por su guitarra la cantó muy bien en el teatro de Cajasol -anterior teatro Álvarez Quintero-, con éxito rotundo. Emocionó al público asistente en un lleno absoluto, y eso que no fue en Granada. Esta canción se editó junto al libro y está conservada en el Archivo Histórico de CCOO de Andalucía. Carlos Cano no la hizo pública en su momento, no se sabe por qué. Era preciosa y muy representativa de los sucesos ocurridos en Granada en aquella huelga trágica de 1970. ¡Aquella huelga general del gremio de la Construcción, encabezada por las Comisiones Obreras, que tres muertos nos costaron! (Saborido, 2023; pp. 374-375)
Francisco Narváez (Marchena, Sevilla) ha interpretado la canción para el proyecto “Crónica cantada de la transición en Andalucía: la represión”.
FRANCISCO NARVÁEZ
Y aquí podemos escucharla en una versión del cantaor Juan Pinilla (Huétor-Tájar, Granada, 1981):
JUAN PINILLA
NO MIRÉIS P’ATRÁS. GRANADA 1970, CRÓNICA NEGRA.
Corría el mes de julio, por tierras de Granada,
donde pasó la historia que vengo a relatar:
frente a los Sindicatos, varios miles de obreros
ni siquiera sospechaban, la que se iba a formar.
Que fueron por doscientas cuarenta, las pesetas
que se rompió el convenio por parte patronal;
y delante la puerta, un grupo dialogaba,
si harían ese día, la huelga general.
Entonces a las fuerzas del orden situaron
en posición de ataque y sin razón quedar,
el oficial al mando gritó: ¡Dispersaros!
¡Valiente chusma sois! - ordenando tirar.
No miréis, no miréis, no miréis p’atrás.
Las fuerzas dispararon, cayeron tres obreros
y más de cien heridos causó la represión.
Volcando los camiones de ladrillos al suelo,
a ladrillazo limpio la gente respondió.
Durante la batalla fue rodeado un guardia
que al ver a tantos juntos: ¡No me maten! - gritó -.
“Nosotros no matamos somos trabajadores
que luchan por lo suyo contra la explotación.”
Y así acabó esta historia camino del cementerio,
donde a la clase obrera tres muertos le costó.
Al abrirse la verja saltó esta moraleja:
“Las fatigas más duras pá los de abajo son”.
No miréis, no miréis, no miréis p’atrás.
BIBLIOGRAFÍA:
SABORIDO, Eduardo: Entre la dictadura y la libertad (Utopía, 2023).
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